Nada de nada. El Gobierno canario no va a mover un dedo por la Cultura. Ayer rechazó en el Parlamento aprobar una ley local de mecenazgo como están haciendo otras comunidades autónomas para frenar la caída libre del sector. Ni el PSOE ni CC quieren ponerla en marcha y se enredan en dejar su futuro en manos de otro organismo inútil: el Consejo Canario de la Cultura (CCC), como la birra en barra libre.

Fernando Clavijo prometió la ley en su discurso de investidura como presidente de Canarias; pero también se comprometió a aumentar el presupuesto de la cultura y la ciencia. Y no ha sido así, los 12 (doce) millones de euros destinados para cultura en 2016 crecen 11.177 euros respecto a 2015. Son datos aportados por el portavoz parlamentario de PODEMOS, Juan Márquez en la presentación del presupuesto el pasado 6 de noviembre.

Márquez volvió a quedarse solo ayer. Esta vez en la defensa de la Ley de mecenazgo. «El sector sigue abandonado», afirmó y propuso crear una mesa de trabajo para agilizar su trámite. El resultado: NO. Ni el PSOE ni Coalición quieren consultas externas. La Provincia tituló: Canarias tendrá una Ley de mecenazgo sin participación ciudadana.

El PSOE y CC quieren que esta ley de mecenazgo que no termina de llegar sea redactada por el Consejo Canario de la Cultura, constituido hace 21 meses para «mejorar la gestión del sector» y que hasta ahora, solo se ha reunido alguna vez.

Pero, ¿qué esto del CCC y por qué quieren su disolución?

A las barricadas. Hace un año, la Asamblea General de la Asociación de Profesionales de la Gestión Cultural de Canarias pidió «un nuevo mecanismo de elección de los integrantes» del Consejo Canario de Cultura porque el actual «no está acorde a los usos que imperan en otros territorios de la tradición continental europea». O lo que es lo mismo: Algo huele a banana en Dinamarca.

La Asociación entonces, como Podemos ahora piden que tomen las decisiones quienes tienes que tomarlas y no un grupo de afines y/o amigos. Piensan que la Ley debe ser consesuada por asociaciones de gestores culturales, asociaciones de artistas, fundaciones culturales, centros de enseñanza artística y demás sociedad civil.

Nada, CC y PSOE enrocados: será el CCC quién decida.

Y quiénes son los que van a decidir

Pues lo más granado de la cultura local, como no podía ser de otro modo. A ellos les toca «velar y hacer el seguimiento de las acciones creadas en la Estrategia canaria» (esto es tal cual, Paulino dixit; o «presentar propuestas, promover debates, coordinar y co-decidir, de manera que se consiga sacar el máximo partido a las diferentes iniciativas que se han ido planteando en torno a esta hoja de ruta», dixit Paulino.

También estaban encargados de constituir el Observatorio Canario de Cultura, «como herramienta para sistematizar y cuantificar la dimensión del sector de la cultura (creación y elaboración de estadísticas culturales que sirvan de apoyo a la toma de decisiones en materia cultural)». De todo ello se iba a dar cuenta a final de 2014. No ha sido así.

De cualquier manera, ese trabajo ya lo hizo la Fundación Contemporánea y no nos dejó bien parados. Por encima de Ceuta y Melilla, por debajo de todos los demás.

Volvamos al consejo. Son diez: el timplista Benito Cabrera; el pintor Pepe Dámaso, el músico y gestor cultural Enrique Mateu, la musicóloga Rosario Álvarez, el economista José Luis Rivero Ceballos, el escritor y parlamentario (CC-PNC) Juan Manuel García Ramos, la gestora cultural Elena Acosta, la historiadora y crítica de arte María de los Reyes Hernández, el presidente de la asociación de Productoras teatrales Réplica, Daniel Tapia, y la cineasta Ana Sánchez Gijón.

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José Luis Rivero saluda a Paulino Rivero.

A la gente de la cultura no le gusta el consejo porque creen que el poco dinero que queda se va en dietas más que en mantener la enclenque estructura del sector. Algunos al conocer quienes lo constituyen dijeron directamente: menuda tomadura de pelo.

El consejo canario de la Cultura era una vieja aspiración de los colectivos de creadores de Canarias.» Tan añejo es este proyecto que todo hacía indicar que había caído en el sueño de los justos. Sin embargo, este órgano asesor se constituyó para sorpresa de la mayoría de los cineastas, escritores, editores, músicos, productoras, directores teatrales y gestores culturales canarios el pasado 24 de febrero», escribieron anonadados tras su constitución en el artículo Un consejo sin sostén.

Tampoco gusta porque todos sabemos que el problema no es de constituir organismos. Hartos de organismos, de consejos de sabios y de mamandurrias. Alejandro Krawietz lo describía en su blog Sur Absoluto: «Un organismo que carece de sentido, que no se encuentra entre las soluciones que ha pedido el sector y que llega, además, para intentar ordenar una cultura cuyos principales problemas nada tienen que ver con la estructura organizativa sino, por ese orden: con una sexta parte menos de lo presupuestado hace siete años (hay quien lo expresa como un 83% menos de dinero del que había), con una preocupante falta de formación cultural de ciertos políticos (que no saben lo que tienen que saber y por lo tanto se invalidan a sí mismos para mantener diálogos fuertes) y con la idiosincrasia de una ciudadanía que tras más de treinta años de democracia y más de veinte años de gobiernos nacionalistas continua ignorando que se ignora, no alcanza a salir del analfabetismo funcional, ni por supuesto a distinguir lo “nuestro” del “cangofle” (véase ilustración adjunta).

 

Esta es la ilustración. Poema cartel de Francisco León

Poema cartel de Francisco LeónEl Plan Canario de la Cultura

Un nuevo invento que tampoco funcionó. Lo puso en marcha Milagros Luis Brito (CC) en 2011, sin dinero y sin voluntad política se desinfló tranformándose en la Estrategia de la cultura canaria, que ha incumplido todos los puntos fijados en su constitución. Ni RIC cultural, ni imagen de proyección exterior,  ni un solo documento, estudio o informe elaborado por el Observatorio de la cultura que parece que existe pero no se pronuncia; ni contrato programa con el Instituto Canario de Estadística, ni fortalecimiento de la empresa cultural canaria, ni Lobby cultura Canarias-Europa; ni nueva Ley de Patrimonio cultural, ni la creación de la Canarias Film Comission, ni la supresión de tasas para exportación de obras artísticas, ni, por último, la Ley de Bibliotecas.

¿Queda alguien por ahí? Una recomendación para los interesados en la Cultura real: Los comunes.